Es un momento de suspensión,
como si el tiempo deja de ser tiempo y no hay
nada,
sólo es ahora y transcurrir y claridad.
Y ya no hay nada para controlar porque
amanecemos
y la vida nos hace sentir que estamos vivos,
que desesperada corre la sangre por nuestras
venas
haciéndonos vibrar y reír y soñar despiertos cuando creíamos que
todo había quedado enterrado en lo más
profundo de los abismos.
Y se nos revela esa sensación como una flor
que abre,
la que se siente cuando notamos que
nuestro corazón va a estallar,
cuando nuestra mente vive en la abstracción
absoluta y es también
un remolino de pensamientos, es la caja de
Pandora de los sentimientos
que nos toma por sorpresa y nos pega una feliz
cachetada.
Es lo que habita en lo más profundo de nuestra
alma,
hiberna tan solemne que creemos
que ya no existe más,
y de repente como una flecha que nos atraviesa
en lo más recóndito
aparece como un volcán de lava que no para de
manar
por todos los lados de nuestro cuerpo
y nos inunda, nos embarga, nos posee, nos
alimenta.
A la velocidad de la luz viajamos a través de nosotros mismos,
preguntando, dudando, deseando alocadamente
que ese calor toque nuestras manos, pidiendo a gritos ofrendarnos a
un ritual sacrílego donde no hay testigos, sólo protagonistas.
preguntando, dudando, deseando alocadamente
que ese calor toque nuestras manos, pidiendo a gritos ofrendarnos a
un ritual sacrílego donde no hay testigos, sólo protagonistas.
Y mareados continuamos nuestros pasos,
viviendo esa dulce incertidumbre
de bailar sobre la arena caliente que tanto
añoramos y que creíamos perdida,
tratando de no perder la razón para perderla en
el momento justo para siempre,
y aceptar que esa razón no es nada si no
podemos decir lo que somos,
si no podemos sentirnos animales y gritar
desaforados
y salir a jugar como niños otra vez bajo la
lluvia para limpiarnos de todo mal
y ensañarnos de amor con nuestros cuerpos
y sufrirnos y padecernos y amarnos de tal
forma que ya no haya vuelta atrás.
Hasta que todo pierda el sentido para poder
darle un sentido diferente,
esa diferencia que nace de la pasión viva,
estado de embriaguez natural dueña de nuestras acciones
y que nos ilumina la vida
como un faro en el medio del inmenso y desnudo océano.
como un faro en el medio del inmenso y desnudo océano.
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