Ah, sí, sí, claro, bueno, por supuesto. Asentí. Lo que hago siempre. Dije todo eso, di la vuelta y me fui refunfuñando.
Yo no le dije nada, me callé la boca, no quise discutir, pero qué tontería. Cómo preferí esta situación. Cómo llegamos a esta instancia. En qué momento, qué circunstancia, qué oportunidad. Todas eran frases hechas para no ser contestadas. El silencio es mejor consejero. No en este caso, repliqué instantáneamente, con el dedo índice en alto. Qué ganas de volver cinco minutos atrás, qué ganas de derrotar la idea instalada, de quebrar la seguridad de juguete, de romper los mitos ya avalados. Cuántas mentiras dando vueltas por ahí como si no ocuparan ni un átomo de espacio en el universo. Así luego el aire se va llenando y a veces no entendemos por qué no podemos respirar ante ciertas situaciones, ciertos lugares, ciertos momentos. Lo abstracto ocupa lugar. Y vaya qué tamaños a veces!
Así iba masticando mi impotencia cuando me di cuenta que mi falta de respuesta tenía un motivo: es que me había hablado tanto, pero tanto tanto, que de repente las palabras comenzaron a sonar, hacían ruido, incluso las vi bailar; este recuerdo me hizo sonreír. Vi las letras que salían de su boca y se movían al sonido de un cha cha cha revolucionario, letras gordas, de molde, colores claros. Aparecían expulsadas por un motor loco de aliento y ese impulso les hacía mover los bracitos de color negro y manos de Mickey Mouse tan graciosamente!
Por supuesto, cuando volví al presente de la verborragia lo primero que me salió fue asentir automáticamente a todo eso que no tenía ni idea qué era. De repente toda la escena se había convertido en un dibujo animado, y yo la miraba con ojos bien redondos añorando mi taza de leche chocolatada.
En un lapsus de ida y vuelta recuerdo haber escuchado su voz, que súbitamente se convirtió en un remolino gigante y dorado donde las letras se zambullían para luego salir por el otro extremo, agitando alegremente su cuerpo aún mareado por el sacudón. Qué divertido era!!! Mi sonrisa comenzó a nacer feliz de brillar, hasta que un silencio cortó la catarata vocal e inmediatamente reaccioné: Ah, sí, sí, claro, bueno, por supuesto. Después de todo, qué me importaba lo que hubiese dicho, si todo ese monólogo frenético fue la mejor película animada que vi en vivo!
jajajajajajaj!!!!! buenisimo!!!!!!! amo mi don de ponerme en off! es algo que se mejora con la practica incluso!!! no lo heredamos todas ese creo ehhh!!!
ResponderEliminarpor supuesto que no! y hay que practicar mucho!! gracias!!
ResponderEliminar